Redescubriendo lo cotidiano
Cuando nuestros actos se vuelven cotidianos, nuestra mente suele desconectar y deja a la memoria de nuestro cuerpo hacer el trabajo. Es por eso por lo que no recuerdas porqué has llegado a una habitación, si habías cerrado la puerta o si has desconectado la cafetera. En todas esas ocasiones, tu cuerpo estaba realizando o no la acción sin la atención de la mente. Y ¿dónde estaba la mente? Pues sumergida en su mundo desarrollando historias o con lo que llamamos cháchara mental.
Para un momento y observa dónde está tu mente ahora, ¿está leyendo con atención estas líneas o estás pensado en mil historias mas?
Una práctica que podemos realizar para forzar a nuestra mente a volver al ahora y que vuelva de ese mundo de sueño en el que se sumerge cada vez que la dejamos, es hacer una actividad cotidiana prestando atención a cómo la realizamos. Imagina cepillarte el pelo. Coge el cepillo o el peine. Cierra los ojos y siente el tacto de objeto en tu mano. Nota como lo agarran tus dedos. Ahora, pasa suavemente el cepillo por el pelo. Escucha el sonido. Siente si hay tensión, si pasa fluido por el cabello...
Estos ejercicios nos fuerzan un poco a prestar atención a lo que estamos realizando y aunque en tu día a día no puedes estar veinte minutos observando cómo te cepillas el pelo, si pueden ser consciente de lo que estás realizando mientras lo haces.
Otra variante consiste en hacer esa tarea de manera diferente. En vez de tu cepillo de siempre, usa un peine. El hecho de variar nuestros hábitos obliga a la mente a estar presente en la acción, pues la memoria cuerpo no es capaz de desarrollarla de otra manera si la mente no le indica cómo.